viernes, 27 de enero de 2012

El público los ama...

En lugar de una Despedida de soltero son dos: una que ya fue y otra que está en planes de ser, ambas deben permanecer en secreto para que no peligre la boda de Paula y Peter. Esa es la base argumental de la fábula simple sobre la que avanza esta típica comedia de enredos aderezada con gags mediáticos.
Autoreferencial como pocas, Despedida de soltero explota al máximo la trascendencia popular de los recientemente salidos deShowMatch, sostenidos en escena por los ya más experimentados Nazarena Vélez y Gustavo Conti. Los demás son debutantes y se nota, pero el público los ama a todos por igual. O, por lo menos, eso dicen los carteles que se levantan en la mitad de la platea y los gritos de la señoritas que no se contienen cuando ven aparecer en escena a TiTo Esperanza y Pedro Alfonso.
La euforia de la concurrencia es entendible. Ahí están en tamaño real,y sin mediación técnica ni digital, los personajes que durante todo el año animaron la pantalla chica. El romance más popular del certamen más visto del 2011, desemboca en el Candilejas para inaugurar el 2012 con confites de ficción. Y el público lo celebra con fervor.
La trayectoria habilita a  Nazarena a abrir la función, en el papel de una amiga-productora de Paulita, que vende el casamiento de la pareja por una considerable suma de dinero. Buena ocasión para traer imaginariamente a la escena  a Luis Ventura, Viviana Canosa, Jorge Rial, y para bromear sobre la dimensión marketinera de la relación entre la modelo y el productor. Nazarena se ríe de sí misma y la actriz le gana la pulseada a la vedette, salvo por un pequeño instante en que le enseña a Pipo (Tito) a bailar como un streeper.
El personaje más distanciado de la persona es el de Eugenia Lemos, que interpreta a una rusa aviesa de dinero. El otro que se le anima al ruso es Pedro, que aunque principiante, se atreve a imitar a Gerardo Sofovich, y a incursionar por registros vocálicos insospechados en él. Y si de voces hablamos la de Tito se escucha poco, pero en los pequeños momentos en los que habla la platea explota. En el extremo opuesto, Paula grita más de lo que requiere su celoso personaje, pero su simpatía y belleza tienden a compensar todo exceso de energía.
La novedad del espectáculo lleva chaleco  fucsia y se hace llamar Jey Mammon. Aunque un under comparado con sus compañeros, logra que nadie se resista a sus dotes cómicos y a una presencia actoral para la  revelación.
Todos ellos se enredan en confusiones y develaciones que por más de una hora ponen en peligro el tan ansiado casamiento. Como era de esperar el conflicto se resuelve hacia el final: los personajes vestidos para la boda y el público respondiendo con ovación general.

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